El vinagre es conocido desde la antigüedad porque puede ser fácilmente producido a partir de la acción de ciertas bacterias en mezclas de alcohol y agua, obtenidos a partir de manzana, de remolacha, de patata, de arroz o, como es lo más habitual, del vino. Sus usos han sido muy variados, desde la conservación de frutos y alimentos, hasta el refresco o con fines medicinales. A partir de la destilación del vinagre, los alquimistas aprendieron a fabricar el "espíritu del vinagre", formado principalmente por ácido acético.